Al contrario, la actitud más saludable es responsabilizarse de sus problemas o dificultades y buscar el camino para evolucionar, de este modo se trata de encontrar el bienestar tanto en uno mismo como en las personas que le rodean.
Contar con una perspectiva ajena va a darnos una visión mucho más amplia de nuestros problemas, si en este caso se trata de la visión de un profesional, las posibilidades de encontrar respuestas se multiplican enormemente.
Además de esto es necesario la implicación activa del paciente en su proceso, en muchos casos justamente el problema es la pasividad con la que vive sus propios problemas.
Toda la información que existe en el espacio terapéutico es confidencial y es guardada solo con fines terapéuticos. Cuanta mayor apertura, más claridad tendrá el profesional de los verdaderos problemas que tiene cada persona y más podrá avanzar el proceso terapéutico.
La duración de una sesión son 50 minutos.
El centro del proceso terapéutico es la persona que viene a consulta, por eso es ella quien decide qué es lo que quiere alcanzar, el terapeuta participa en esta decisión pero es la persona quien tiene que elegir.
Iniciar un proceso terapéutico implica un encuadre, lo que quiere decir comprometerse a cumplir unas condiciones sobre las cuales se desarrolla la relación terapéutica. Para que una terapia funcione es necesario mantener una frecuencia y una continuidad y en caso de no poder acudir a una consulta es necesario avisar con un mínimo de 24 h de antelación, puesto que el espacio de cada persona es destinado únicamente para ella.
Al contrario, la actitud más saludable es responsabilizarse de sus problemas o dificultades y buscar el camino para evolucionar, de este modo se trata de encontrar el bienestar tanto en uno mismo como en las personas que le rodean.
Contar con una perspectiva ajena va a darnos una visión mucho más amplia de nuestros problemas, si en este caso se trata de la visión de un profesional, las posibilidades de encontrar respuestas se multiplican enormemente.
Además de esto es necesario la implicación activa del paciente en su proceso, en muchos casos justamente el problema es la pasividad con la que vive sus propios problemas.
Toda la información que existe en el espacio terapéutico es confidencial y es guardada solo con fines terapéuticos. Cuanta mayor apertura, más claridad tendrá el profesional de los verdaderos problemas que tiene cada persona y más podrá avanzar el proceso terapéutico.
La duración de una sesión son 50 minutos.
El centro del proceso terapéutico es la persona que viene a consulta, por eso es ella quien decide qué es lo que quiere alcanzar, el terapeuta participa en esta decisión pero es la persona quien tiene que elegir.
Iniciar un proceso terapéutico implica un encuadre, lo que quiere decir comprometerse a cumplir unas condiciones sobre las cuales se desarrolla la relación terapéutica. Para que una terapia funcione es necesario mantener una frecuencia y una continuidad y en caso de no poder acudir a una consulta es necesario avisar con un mínimo de 24 h de antelación, puesto que el espacio de cada persona es destinado únicamente para ella.