La Terapia Ocupacional puede ser beneficiosa para aquellas personas (desde niños a personas mayores) en las que una situación concreta ya sea temporal o permanente afecta a la salud de la persona e incide en el desempeño ocupacional en su vida diaria: actividades de autocuidado, productividad, ocio y tiempo libre.
Son actividades de la vida diaria, identificadas y organizadas, a las cuales tanto la persona como la cultura les han dado valor y significado. Estas actividades permiten a las personas participar en la sociedad y dar significado a su vida.
Las ocupaciones se pueden clasificar en: Actividades de la vida diaria, Trabajo, Educación, Ocio y Tiempo Libre, Participación Social.
La Organización Mundial de la Salud define el concepto de salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La posibilidad de involucrarnos en aquellas actividades que dan significado a nuestra vida es imprescindible para este bienestar desde una visión holística.
La salud y la ocupación están vinculadas en el momento en que la pérdida de salud disminuye la capacidad para comprometerse en la ocupación y la ocupación puede utilizarse como medio terapéutico.
Solamente los diplomados y graduados en Terapia Ocupacional pueden desarrollar la disciplina. Esta disciplina socio-sanitaria requiere de formación específica con titulación universitaria que actualmente se obtiene tras un mínimo de cuatro años de formación.
Así, el/la Terapeuta Ocupacional trabaja en equipo, establece relaciones de empatía con la persona, busca mejorar la calidad de vida y utiliza la ocupación como forma de intervención.
Al contrario, la actitud más saludable es responsabilizarse de sus problemas o dificultades y buscar el camino para evolucionar, de este modo se trata de encontrar el bienestar tanto en uno mismo como en las personas que le rodean.
Contar con una perspectiva ajena va a darnos una visión mucho más amplia de nuestros problemas, si en este caso se trata de la visión de un profesional, las posibilidades de encontrar respuestas se multiplican enormemente.
Además de esto es necesario la implicación activa del paciente en su proceso, en muchos casos justamente el problema es la pasividad con la que vive sus propios problemas.
Toda la información que existe en el espacio terapéutico es confidencial y es guardada solo con fines terapéuticos. Cuanta mayor apertura, más claridad tendrá el profesional de los verdaderos problemas que tiene cada persona y más podrá avanzar el proceso terapéutico.
La duración de una sesión son 50 minutos.
El centro del proceso terapéutico es la persona que viene a consulta, por eso es ella quien decide qué es lo que quiere alcanzar, el terapeuta participa en esta decisión pero es la persona quien tiene que elegir.
Iniciar un proceso terapéutico implica un encuadre, lo que quiere decir comprometerse a cumplir unas condiciones sobre las cuales se desarrolla la relación terapéutica. Para que una terapia funcione es necesario mantener una frecuencia y una continuidad y en caso de no poder acudir a una consulta es necesario avisar con un mínimo de 24 h de antelación, puesto que el espacio de cada persona es destinado únicamente para ella.